domingo, 2 de marzo de 2014

2 de marzo 2014

Informe especial

LA NUEVA LITERATURA ARGENTINA

Autores jóvenes y con talento son los protagonistas de este informe. Conózcalos y disfrute de su arte.

MARTÍN MARCOU es escritor y director teatral. Polifacético turista de la escena cultural argentina, su faceta como autor ha sido prolífica en los últimos tiempos, y de hecho parece que seguirá siéndolo si tenemos en consideración los planes que tiene para el futuro.
- ¿Desde cuándo escribís?
- El ejercicio de la escritura comenzó en mi infancia, alrededor de los nueve años. Mis primeros textos teatrales los escribí a los 14, con un amigo con el que creamos un grupo de teatro que se llamaba Monos Chinos. También a esa edad apareció la necesidad de escribir poemas. Cuando leo los  que escribí cuando era adolescente me río mucho, son muy básicos y lineales.
- ¿Cuándo llegás a tu primera publicación? 
-       
  Decidí publicar porque quería cerrar una etapa. El libro “Puto Crudo” es un gran poema cronometrado que abarca una época. Cuenta vivencias que van de 1996 a 2007. Durante esos años tuve tiempo suficiente para visitar muchas veces lo que había escrito y encontrar formas que me dieron la pauta de que ya podían ser leídos por otras personas. Estoy contento con el resultado, me parece un material muy noble.
- ¿Cómo definirías tu estilo y en qué género literario te sentís más cómodo? 
-         Me resulta complejo definir mi estilo, es algo que me parece se va encontrando con la práctica de la escritura. Probablemente los años me irán dando esas respuestas, el tiempo en ese sentido es muy sabio. Me gusta mucho escribir poesía, me resulta hilarante, me habita de un modo intempestivo, le da riendas sueltas a mi impulso, me parece que es hermoso lograr síntesis a través de una plataforma como los poemas, pero quizás la dramaturgia ha sido el espacio donde he encontrado mayor profundidad.
- ¿Estás trabajando en algún proyecto literario a corto plazo? 
- Este año la editorial Textos Intrusos va a publicar mi segundo libro de poemas, que aún no tiene título. Escribo teatro a diario (este año estrenaré tres espectáculos) y estoy buscando una editorial que me publique mi primera novela corta, que se llama “Fracasar”.
- ¿Se torna difícil hoy editar para los autores no masivos? 
- Yo creo fervientemente en la autogestión, todo lo que he conseguido es porque lo he ido a buscar, nunca me quedé esperando que me lleguen las cosas de arriba. Es difícil en la medida que  te resulte pesado el trayecto hasta lograr objetivos. Seguro tiene sus complicaciones hacerlo, pero si uno está decidido, tarde o temprano buscás el modo y tu material aparece publicado. Yo lo que no quiero es publicar por publicar, cada vez que lo hago intento encontrarme con algún sentido para hacerlo, algo que me gratifique.
- ¿Cómo ves hoy la escena literaria argentina?
- Estupenda. Hay gente que escribe muy bien, muchas personas que tienen ganas de contar su visión del mundo y de abordar temas que los atraviesan. Regularmente leo el suplemento “Radar” de Página 12, solo por citar uno, ya que existen muchos suplementos de diarios y revistas dedicados al mundo literario, y me sorprendo de la cantidad de libros que se editan y de cuánta gente joven sigue apostando por un género tan determinante y rico en el más amplio sentido de la palabra.

AGUSTINA BAZTERRICA es la protagonista de estas líneas. Es licenciada en artes y tiene una interesante trayectoria como escritora. Amante de las letras desde siempre, logra canalizar sus pensamientos a través de un estilo sumamente interesante y atrayente. Su obra “Matar a la Niña” tiene los condimentos necesarios para leer el libro de principio a fin de un solo saque.
 “Escribo desde siempre. Mi madre me contó, porque yo no me acuerdo, que cuando estaba en la primaria escribía pequeños párrafos que después pegaban en la cartelera del colegio. En la adolescencia escribía poemas muy cursis en mi diario, y apenas salí del colegio empecé a ir a un taller literario porque ya sabía que la literatura era mi vocación.
Durante muchos años me dediqué a estudiar, escribir y a presentarme en concursos literarios. Si bien tenía cuentos publicados en antologías, revistas y diarios, recién el año pasado decidí que era hora de abocarme de lleno a construir mi carrera literaria, a dar a conocer lo que escribo. Estaba buscando una editorial para un libro de cuentos cuando surgió la posibilidad de publicar la novela “Matar a la Niña”. Se dio gracias a un colega que iba a publicar y me recomendó al editor de Textos Intrusos. Lo llamé, le pasé la novela y me dijo que le interesaba.
Mi estilo lo definiría como intenso y corrosivo. No soy una escritora servicial. Tengo un manejo de la ironía (uno de mis principales recursos) que es bien punzante. Siempre me interesó el arte que disloca, que te sitúa en otro lugar de pensamiento, que explora las paradojas. Eso es lo que intento hacer con mi obra. El género que me apasiona es el del cuento. Creo que escribir un buen cuento es el equivalente a construir una estructura de una gran fragilidad. Una palabra fuera de lugar, un cabo suelto, un mal comienzo o final y vuela en mil pedazos. Lograr esa precisión me resulta un desafío.
Hace un par de días entregué un texto para un proyecto que me parece atractivo. Se llama “8y8”. Se convocan a ocho dibujantes y a ocho escritores. A todos se les da un tema y después se publican los resultados. Participé con una temática compleja: “La culpa”. Ahora estoy por escribir una reseña para una página que están armando unos colegas que entiendo va a tener bastante difusión…. Y siempre pensando ideas para cuentos y para una futura novela que quiero encarar este año.
Editar hoy en día no es tan difícil. Todo depende de cuáles sean las intenciones del autor. Hay muchísimas opciones para publicar. Ahora, si el escritor quiere difusión y llegada masiva, desde ya, es muy difícil. Hay que saber cómo llegar a las editoriales. A veces no importa cuán buena sea la obra, quizás es más importante tener un contacto para que, efectivamente, sea leída. Las editoriales reciben muchos manuscritos y la mayoría no los leen por falta de tiempo. Entonces hay que ser estratégico. ¿Cómo serlo? Es algo que estoy explorando. Una opción que veo como efectiva es estar mínimamente posicionado, que tu nombre circule y para eso hay que mandar textos a páginas, revistas y blogs que tengan buena difusión. Si tu obra circula, las editoriales te empiezan a ubicar y tenés otra entrada a la hora de mandar un manuscrito.
Hay una gran necesidad de figurar, porque “ser escritor” da cierto prestigio y para eso las redes sociales son ideales, para crear perfiles burbuja que no se sostienen con una obra contundente. Eso te abre puertas, pero para mantenerse en el tiempo creo que hay que buscar un equilibrio. Figurar, sí, pero con una obra que lo respalde. La literatura requiere de un gran compromiso y, por lo menos para mí, es una vocación de vida”.

Fragmento de “Las Cajas de Unamuno” (Agustina Bazterrica)
 Me subo al taxi en Alem al novecientos. Tiro en el asiento la cartera, la bolsa con ropa, la carpeta con los apuntes y el sobre con recibos. Digo, buscando mis guantes, A Flores, Bilbao y Membrillar. Nombre estúpido Membrillar, poco serio. Me imagino a un prócer adicto a los dulces enlatas de conserva. ¿Agarramos Rivadavia o Independencia? No encuentro los guantes, y tardo en contestar. Me da igual, agarre por donde quiera. Por Independencia hacemos más rápido señora. ¿Señora? ¿Me dijo señora? Encuentro los guantes, me calmo, no contesto. Señora, agarro Independencia, entonces. Sigo sin contestar.

Miro el taxi. Cenicero vacío, limpio; cartel de “Pague con cambio” sin el por favor, ni el gracias; chupete rosa colgando del espejo delantero; perro sin dignidad que mueve la cabeza diciendo que sí a todo, a todos. El halo de limpieza detenida, de orden calculado, me exaspera. Me saco los guantes. Busco las llaves, las guardo en el bolsillo del tapado. La vejez disimulada, me irrita. Miro por la ventana. Tengo sueño.(…)

 Psicoanalista de profesión y escritor por vocación, este autor porteño nos regala cuatro obras por demás interesantes, culminando con “Quieto en la orilla”, relato que tiene como protagonista al líder de Montoneros, Roberto Quieto, y su detención en una playa de San Isidro. Es MARCOS BERTORELLO. Conózcanlo.
-          ¿Desde cuándo escribís? 
- Desde siempre escribo. O mejor: desde que supe escribir y entendí que escribiendo se podía expresar una sensación biliosa que se genera en el cuerpo. Tal vez en el estómago o en el esófago, o por ahí. Es que las palabras tienen un poder de fuego que no cura la bilis pero sí la cambia de lugar.  Pero además cuando podemos hacer participar a otros de ese rito satánico, la apuesta se redobla: no somos escritores, solamente, somos druidas intoxicados de la temperatura de las palabras que invitamos a otros para que vengan a aplaudir nuestro prodigio. Esto segundo, no siempre se logra, la verdad.
 - ¿Cuándo llegás a tu primera publicación? 
 - En el 2009, la prestigiosa editorial Eterna Cadencia, publicó mi libro de cuento, Porno. Tenía 39 años. Como dice el título de un viejo disco: demasiado viejo para el rock and roll, demasiado joven para morir.
 - ¿Cómo definirías tu estilo y en qué género literario te sentís más cómodo? 
-          Es difícil esto, porque siento que no estoy completamente autorizado a responder la pregunta, entendiendo que la escritura siempre es un hecho ingobernable en el que los otros, ponen su grano de arena. Cuando decimos estilo, a lo que nos referimos, es al comentario del lector, esa sensación de estar leyendo siempre la misma cancioncita en diferentes envases. O para decirlo de una manera técnica y desnuda: la enunciación de la escritura se dice cuando otro la lee, no antes. De todas formas, digo a lo que aspiro y no sé si llego: quiero una frase fatal, que su equilibrio no impida la emoción, y que muestre que en esas palabras hay vida, una vida arrebatada, caótica. Respecto de los géneros creo que sobre todo, me siento un narrador, un contador de historias. Lo que no sé de antemano es qué forma puede necesitar esa historia para que sea contada como la gente.
 - ¿Estás trabajando en algún proyecto literario a corto plazo? 
 A corto y a largo plazo. Siempre estoy en algo. Para mí, escribir dejó de ser un trabajo de nueve a ocho, para convertirse en una devoción casi religiosa. Eso no quiere decir que lo que escriba tenga algún valor, o siquiera, merezca ser publicado.
 - ¿Se torna difícil hoy editar para los autores no masivos? 
-          ¿Hay autores masivos en la Argentina? No creo. Digo, autores de literatura, que escriban literatura. Hay autores que venden. Pero nadie llega a ser masivo. Es que, no jodamos, en la Argentina, no hay un mercado literario en el pleno sentido de la palabra, como sí hay en EEUU, o en Europa. Acá “la gente” no lee. Por eso ciertas disquisiciones teórico-políticas acerca del enfrentamiento estético entre el mercado y la academia, en la Argentina, resultan, a mi modo de ver, como si fuera un partido de fútbol sin espectadores. Dicho esto, afirmo: siempre fue difícil publicar. Y la tarea de los editores es una tarea hercúlea, y por momento monástica. Como escritor a mí me costó mucho publicar. Y si bien me han publicado al menos dos editoriales “importantes” (Eterna Cadencia e Interzona), me sigue costando. Y mucho. Y la verdad, me parece bien que no sea fácil. Publicar no debería ser una actividad rutinaria como la del tipo que atiende en el cajero y todos los fines de mes, tiene su cheque esperándolo en el banco. Para mí publicar es un proceso incierto en el que intervienen muchos factores y muchas personas, y del que nadie sabe cuál es bien el resultado final. Eso es lo divertido de ser escritor, que nadie tiene la vaca atada. En algún momento de la historia de la literatura argentina (o de eso que llamamos literatura argentina) un escritor bastante afín a slogans publicitarios, dijo: “primero publicar, después escribir”. Es un chiste divertido, ese, pero lleva a un callejón sin salida, en el peor de los casos, o a una risotada frente al espejo más vil del narcisismo, en el mejor de los casos. Primero hay que escribir. Después, entonces, se verá si eso que se escribió puede generar el rito satánico del que hablaba en la otra pregunta. La mayoría de las veces, no se genera ese rito. Y eso hay que aceptarlo. Es complicado porque implica una herida al orgullo personal, pero si no se acepta esto, no se puede seguir escribiendo.
 - ¿Cuántos títulos tenés editados?
 -      Porno (Eterna Cadencia, 2009), Rokerito (Textos Intrusos, 2011), El evangelio según Marcos (Textos Intrusos, 2012) y Quieto en la orilla (Interzona, 2012)

Fragmento del cuento “Monstruos” (Marcos Bertorello)
 El inconveniente con los monstruos no es que existan sino que perduren. ¿Cuál puede ser la diferencia? No creo estar seguro. Suena a divague filosófico, lo sé. O metafísico, que es lo mismo. Lo repito para entenderlo: el inconveniente con los monstruos no es que existan sino que perduren. Aunque mi problema no es ni que existan ni que perduren. Mi problema es bien mundano: soportarlos. Lo hago estoicamente todos los domingos. O casi, algunos falto. Le digo a Silvia, excusándome, que voy a una reunión del hospital. O que mi hermano sacó entradas para la cancha y viste, no le puedo decir que no. Silvia, que me conoce, sonríe. Yo me convenzo que ese gesto es un gesto de absolución. Le doy un beso en la mejilla y me voy.  El resto (de los domingos, digo) cumplo: voy a lo de mi suegra, espero, tomo alguna copa de vino (que es pasable), soporto con abnegación a los monstruos; y sobre el final una alegría esperada: la Cimitarra.
     No dije que, en general, Silvia consigue cuatro piezas: dos hienas y dos rinocerontes. Tampoco dije que lo más chocante es cuando llegan: siempre tarde, gritando, aullando como si el mundo no tuviera suficiente con que existan. Entran. Mi suegra finge respeto (no creo que ella sepa lo mucho de farsa que tienen sus movimientos). Silvia, en cambio, hace un esfuerzo convincente, casi religioso: los recibe y pregunta ¿qué tal el viaje? Hay domingos que va más allá de mi asombro: los abraza y les da un beso. Yo soy el único que no actúa. Espero sentado en el living. Fumo y simulo indiferencia.(…)
PAMELA TERLIZZI PRINA también es doctora en leyes, y alterna su labor cotidiana con su pasión por la literatura, que la ha llevado a desarrollarse a través de seminarios y le ha permitido publicar ya dos libros. Aquí, su punto de vista.
 ¿Desde cuándo escribís?
Mis primeros recuerdos escribiendo son de la preadolescencia, escribiendo poesía, como buena adolescente que se precie de su adolescencia. Pero en serio, tomándolo con verdadero compromiso, desde 2009. En ese momento hice mi primer taller, que fue de crónica periodística, con Claudia Acuña. Después vinieron los literarios con Laura Massolo y los seminarios con Liliana Díaz Mindurry.
 ¿Cuándo llegás a tu primera publicación?
Integré varias antologías, pero en 2012 realicé mi primera publicación propia, a través del certamen de Ruinas Circulares. Publiqué “Estado de Espesura”, que es de poesía. En 2013 publiqué “Doce Dientes”, mi segundo libro, esta vez de narrativa. Son cuentos y fue a través de la Editorial Textos Intrusos.
 ¿Cómo definirías tu estilo y en qué género literario te sentís más cómoda?
Definitivamente soy una escritora barroca. Estoy muy lejos de ser objetivista o tener un estilo “minimalista”. Uso muchos recursos retóricos. Me gusta embarrarme, tanto en los temas como en el relato. En cuanto a la comodidad en el género, lo que me pasa es que siempre quiero escribir narrativa pero siempre puedo escribir poesía. Me encanta el desafío que propone la estructura del cuento para que necesariamente funcione. Pero también me seduce la fluidez de la poesía, lo instintivo. Son dos procesos productivos que los vivo de manera muy diferente, pero los dos me apasionan.
 ¿Estás trabajando en algún proyecto literario a corto plazo?
La verdad que siempre estoy escribiendo. Cuentos, poesía, crónicas. Pero tengo mucho interés en mi primera novela. Suelo escribir bastante breve, así que me supone un trabajo mucho más disciplinado y metódico. Está el esqueleto de la historia, ahora hay que ir por los músculos, la piel y el resto.
 ¿Se torna difícil hoy publicar para los escritores no masivos?
Creo que lo que se torna difícil es publicar en buenas condiciones. Es decir, hoy hay muchas editoriales independientes y también hay buenas imprentas y otros proyectos súper interesantes. Lo que cuesta es que todo eso confluya. Es decir, hay editores con buen ojo, pero quizás no pueden acceder a una buena edición. O quizás hay imprentas de gran calidad que no están en la búsqueda un catálogo interesante. O las editoriales con propuestas originales no tienen capacidad de distribución. Así y todo, se puede publicar. Quizás lo que ocurre es que se hace necesario complementar el proceso de publicación con otros de difusión, intercambio y diseño.
 ¿Cómo ves hoy la escena literaria argentina?
Hay un circuito off que funciona muy bien. Quiero decir, fuera de lo masivo, de lo que hay poco que me parezca superlativo, hay mucho material independiente que es riquísimo. Claro que el Word y la proliferación de los Blogs generan algunos espejismos, pero en líneas generales, celebro que haya tanta literatura joven, nueva, experimental. Siento una efervescencia particular en los últimos años. Habla de una cultura en movimiento y me gusta pensar que formo parte de una generación vinculada ideológicamente al arte.
  
MEMORIAL
 Ordenan recordar
 Estafar con botánica fidelidad
que broten los detalles
la huella las pecas
la escopeta el amor

Estafar
escribir el encastre de los días
meterse en la cama con los huesos audibles
los gritos que no se dicen
los gritos audibles
esos que remiendan

Ordenan contar la verdad
alabar las ruinas del recuerdo
un tercio de la palabra dicha
coserle bisagras a los minutos irresueltos
esos que duran apenas una cucharada de luna
o de flan
o de tuercas
o de rezo
prestar juramento
tiritar con el aspecto deformado de la nieve
que se nos antoje geométrica o vegetal
pero fría
o sudar los tajos de la frente
poniendo un botón dorado en el lugar del sol
en ese dibujo de acuarela
aguado
agujero
agudo
que es la memoria

Mentir

Que sea cierto

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