domingo, 15 de diciembre de 2013

13 de noviembre 2013

“CACHORRO”: EL DIOS DE LA MUERTE
El horror de los años ’70 llega a través de la biografía de Luciano Benjamín Menéndez

Camilo Ratti se decidió a investigar la vida de uno de los personajes más siniestros de la historia de Córdoba, y así surgió “Cachorro”, la biografía de Luciano Benjamín Menéndez, el hombre que tuvo en sus manos las vidas de miles de personadas secuestradas durante la última dictadura militar.
En base a datos, testimonios y documentos, Ratti ofrece un libro atrapante, de esos que nos obligan a leerlo de principio a fin de un solo tirón. En la gira promocional que lo llevó por varios puntos de la provincia, tuvimos la oportunidad de que nos cuente más sobre su trabajo.
-          ¿Por qué pensaste en Luciano Benjamín Menéndez?
-         
 Porque es un protagonista siniestro no sólo de la historia de Córdoba, sino de todo el país. Él fue comandante de diez provincias argentinas donde vivían siete millones de personas y funcionaron 50 centros clandestinos de detención. Además es una figura muy importante de la política, que tuvo muchísimo poder en ese entonces y hasta hace siete u ocho años.
-          ¿Cómo abordaste la investigación?
-          Bueno, primero leyendo mucho sobre historia. Menéndez viene de una familia tradicional dentro del ámbito castrense. Su abuelo fue soldado del ejército de Roca, su padre también fue militar en los principios del siglo XX. Entonces llegamos a la conclusión de que Menéndez fue un engranaje más de una maquinaria que vino a romper con un proyecto de país que se quería construir en los ’60 y ’70. Así fuimos acercándonos al personaje, aparecieron fuentes militares, entre ellas la más importante es el testimonio de Jorge Rafael Videla por el lugar que ocupó y por la relación personal que tuvo con el protagonista del libro; también recurrimos a los recuerdos de secuestrados que lo vieron en campos de concentración. En fin, buscamos a mucha gente para hacer un marco referencial de lo que fue la época y lo que pasó bajo el mando de Menéndez.
-          Curiosamente, en el plano legal, fue Italo Luder en pleno período democrático quien firmó el decreto autorizando el “aniquilamiento de la subversión”, y en ello se basan los militares para justificar la represión.
-          Claro. El tema es que Luder usó la palabra “aniquilamiento” y es allí donde surge la discusión sobre el concepto del término, si se debía aniquilar la guerrilla como expresión extremista o directamente “aniquilar” se tomaba como eliminar subversivos. Personalmente, luego de la investigación, creo que Luder no podía entender la palabra “aniquilamiento” como otra cosa que no fuera el exterminio de personas. Y no solamente de las que estaban en los grupos armados, sino que para los militares esta situación abarcaba un campo más amplio que también era considerado como subversión.
-          O sea que el Proceso llega para terminar no sólo con los guerrilleros….
-          Por supuesto. El proyecto es destruir todo lo que se resistiera a un determinado plan de país, que era diametralmente opuesto a aquel por el que se luchaba en buena parte de América Latina y que tenía que ver con el socialismo y con un nuevo concepto de sociedad, más igualitaria y solidaria.
-          Dice el mito que el 24 de marzo de 1976, cuando es secuestrado, René Salamanca es trasladado a La Perla y tras una corta charla, Menéndez ordena el inmediato “traslado”. ¿Qué hay de cierto en eso?
-          Lo que yo pude averiguar a través de testimonios de detenidos es que los torturadores comentaban que inmediatamente después de esa charla, que fue muy dura, el dirigente fue fusilado. Y es muy interesante este punto porque Salamanca era precisamente uno de los principales referentes del sindicalismo clasista y combativo, que proponía una transformación radical del régimen social y político. Era un dirigente de una austeridad y una humildad impresionante, respetado por todo el peronismo pese a ser comunista, y que junto a Atilio López y Agustín Tosco forma no sólo la plana más importante del sindicalismo cordobés, sino también de todo el país.
-          En un principio, era muy difícil salir con vida de La Perla.
-          Sí, era casi imposible. Después se va oxigenando algo, pero en los primeros tiempos eran fusilados casi inmediatamente luego de la sesión de tortura.
-          Bueno, era algo lógico esta situación teniendo en cuenta que Menéndez era uno de los “duros” junto a Suárez Mason, Harguindeguy y Díaz Bessone, en contraposición con los “moderados” liderados por el tándem Videla-Viola.
-          Sí. Menéndez era del grupo que se negaba rotundamente a cualquier apertura o diálogo con los partidos políticos. Ellos pensaban que el gobierno de facto debía ser prolongado, y que el único plazo para la vuelta de la democracia estaba dado por la concreción de todos los proyectos económicos y sociales, entre los que obviamente estaba la erradicación de la guerrilla.
-          Camilo, el libro generó muy buenas críticas. Me imagino que tu satisfacción debe ser muy grande.
-          Seguro que sí, porque fue un trabajo de cinco años de investigación autogestionada, lo que implica un esfuerzo personal muy grande, pero también inmensamente felíz por el trabajo que hizo la editorial Raíz de Dos, que presentó una edición muy linda. Yo no dudaba que la repercusión iba a ser fuerte porque el personaje en cuestión es uno de los símbolos de la represión ilegal, uno de los militares más poderosos durante el período más oscuro de nuestra historia.

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