domingo, 15 de diciembre de 2013

“ME HIRVE LA CABEZA”
Palmiro Caballasca era personaje clave en “Señorita Maestra”. Hoy, Omar Lefosse lucha por volver a la tele.

También se cumplen tres décadas de la aparición de la celestial Cristina Lemercier comandando a sus alumnos en “Señorita Maestra”. Todavía se recuerda al gallego Efraín con sus “blancas palomitas”, la mala onda de Meche (Gloria Carrá), al Cirilo Tamayo que años después ocuparía las páginas policiales…..  Pero un puntal en todo ese andamiaje era un chico tosco, simpático y muy vago para el estudio: Palmiro Caballasca.
Omar Lefosse puso el cuerpo al Caballasca bonachón, un tanto torpe, con un corazón enorme. Cada tanto, aparece en los medios, rememorando viejos tiempos, aunque dice que no lo llaman para ningún proyecto serio. En esta búsqueda constante de alguna puerta que se abra, lo encontró LA VORAGINE  para charlar un rato sobre pasado, presente y futuro.

-          ¿Cómo llegás a “Señorita Maestra”?
-          Entro a través de un casting muy exigente. Éramos cerca de 400 chicos, de los cuales sólo quedamos 20 elegidos.
-          Supongo que no es muy habitual ser famoso a esa edad. ¿Tenías noción del boom en que se convirtió la novela?
-          No teníamos ni la menor idea de lo que era el éxito y la fama en ese momento. Para nosotros, era simplemente un juego con amigos.
-          ¿Qué pasó después del final de la tira?
-          Sólo quedaron promesas de directores y productores. Nada más. Quedé ilusionado con poder seguir mi carrera, pero todo se cortó abruptamente. No tuve la posibilidad de mostrar que podía hacer otro personaje distinto a Caballasca.
-          ¿Cómo viviste el cambio de ser famoso a tener una “vida normal”?
-          No fue muy brusco el cambio, dado que mi personaje era yo mismo. La única diferencia era que gente que no me conocía me pedía autógrafos o una foto. La verdad, no me afectó tanto….
-          Esporádicamente aparecés en los medios. ¿Por qué no aparece algún trabajo en la tele?.
-          Sí, cada tanto aparezco en algún reportaje. Últimamente no voy más, porque sólo me llaman para eso, pero no se acuerdan de mí para ofrecerme algún trabajo. Me encasillaron en Caballasca y nunca más pude hacer algo interesante en televisión. Siempre están los mismos y no dan oportunidades como para que aparezca alguien nuevo.
-          ¿Cómo sobrellevaste el peso de vivir de la mano con el personaje de Palmiro tantos años?
-          No me costó absolutamente nada, porque era un personaje auténtico. Además, me encanta que la gente se acuerde de Palmiro.
-          Hoy a la distancia, ¿cómo ves tu paso por uno de los grandes éxitos de la televisión?

-          Me siento orgulloso de haber participado. Estuve y estoy muy contento de haber sido elegido entre tantos chicos. Lo más lindo que le puede pasar a una persona es ser reconocido y que te alienten de corazón. Hoy, a los 44 años, me doy cuenta de lo que generó el programa por el cariño que me siguen demostrando día a día. Jamás en la vida me voy a enojar con los que me preguntan “¿vos sos Caballasca?”. Al contrario, estoy muy agradecido al público.

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