“ME
HIRVE LA CABEZA”
Palmiro
Caballasca era personaje clave en “Señorita Maestra”. Hoy, Omar Lefosse lucha
por volver a la tele.
También
se cumplen tres décadas de la aparición de la celestial Cristina Lemercier
comandando a sus alumnos en “Señorita Maestra”. Todavía se recuerda al gallego
Efraín con sus “blancas palomitas”, la mala onda de Meche (Gloria Carrá), al
Cirilo Tamayo que años después ocuparía las páginas policiales….. Pero un
puntal en todo ese andamiaje era un chico tosco, simpático y muy vago para el
estudio: Palmiro Caballasca.
Omar
Lefosse puso el cuerpo al Caballasca bonachón, un tanto torpe, con un corazón
enorme. Cada tanto, aparece en los medios, rememorando viejos tiempos, aunque
dice que no lo llaman para ningún proyecto serio. En esta búsqueda constante de
alguna puerta que se abra, lo encontró LA VORAGINE para charlar un rato
sobre pasado, presente y futuro.
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¿Cómo llegás a “Señorita Maestra”?
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Entro a través de un casting muy
exigente. Éramos cerca de 400 chicos, de los cuales sólo quedamos 20 elegidos.
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Supongo que no es muy habitual ser
famoso a esa edad. ¿Tenías noción del boom en que se convirtió la novela?
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No teníamos ni la menor idea de lo que
era el éxito y la fama en ese momento. Para nosotros, era simplemente un juego
con amigos.
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¿Qué pasó después del final de la
tira?
¿Qué pasó después del final de la
tira?
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Sólo quedaron promesas de directores y
productores. Nada más. Quedé ilusionado con poder seguir mi carrera, pero todo
se cortó abruptamente. No tuve la posibilidad de mostrar que podía hacer otro
personaje distinto a Caballasca.
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¿Cómo viviste el cambio de ser famoso
a tener una “vida normal”?
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No fue muy brusco el cambio, dado que
mi personaje era yo mismo. La única diferencia era que gente que no me conocía
me pedía autógrafos o una foto. La verdad, no me afectó tanto….
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Esporádicamente aparecés en los
medios. ¿Por qué no aparece algún trabajo en la tele?.
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Sí, cada tanto aparezco en algún
reportaje. Últimamente no voy más, porque sólo me llaman para eso, pero no se
acuerdan de mí para ofrecerme algún trabajo. Me encasillaron en Caballasca y
nunca más pude hacer algo interesante en televisión. Siempre están los mismos y
no dan oportunidades como para que aparezca alguien nuevo.
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¿Cómo sobrellevaste el peso de vivir
de la mano con el personaje de Palmiro tantos años?
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No me costó absolutamente nada, porque
era un personaje auténtico. Además, me encanta que la gente se acuerde de
Palmiro.
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Hoy a la distancia, ¿cómo ves tu paso
por uno de los grandes éxitos de la televisión?
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Me siento orgulloso de haber
participado. Estuve y estoy muy contento de haber sido elegido entre tantos
chicos. Lo más lindo que le puede pasar a una persona es ser reconocido y que
te alienten de corazón. Hoy, a los 44 años, me doy cuenta de lo que generó el
programa por el cariño que me siguen demostrando día a día. Jamás en la vida me
voy a enojar con los que me preguntan “¿vos sos Caballasca?”. Al contrario,
estoy muy agradecido al público.
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