domingo, 15 de diciembre de 2013

RECORRIENDO LA MITICA RUTA 40
La más especial de las rutas argentinas, en la experiencia de Cintia Colángelo

La revista LUGARES decidió hacer un número especial con el recorrido de la ruta 40 de punta a punta. Casi dos meses de largo y fatigoso camino cubierto por dos equipos de periodistas y fotógrafos que se animaron a todo: inclemencias del tiempo con fríos extremos, lugares inhóspitos, senderos que no son más que una huella y no figuran en el GPS….. A todo eso le hicieron frente para dar una mirada de primera mano a lo que es hoy una epopeya de los aventureros argentos.
La redactora Cintia Colángelo cubrió dos etapas del original recorrido y nos cuenta sus conclusiones tras el largo periplo.

- Se habla mucho de lo bello y duro que es recorrer la ruta 40. ¿Qué hay de cierto en ambas afirmaciones?
- De lo bello no hay dudas. La ruta 40 atraviesa muchos de los paisajes más impactantes del país, desde el glaciar Perito Moreno hasta la Puna de Atacama. En cuanto a lo duro, es cierto si se tiene en cuenta que hay varios sectores de ripio y caminos de montaña bastante peligrosos, como los del tramo jujeño, donde no hay señal de teléfono ni servicios cerca.
- ¿Qué significó este viaje para vos en lo personal y lo profesional?
- Para mí fue un lujo poder hacer este viaje. Yo ya conocía varias partes de la 40, pero nunca me había puesto como objetivo hacerla especialmente. Esta vez hice los dos extremos de la ruta: el sur y el norte
- ¿Qué es lo que tiene de mítica la Ruta 40 que recibe a gente de todo el mundo?
- El mito de la 40 tiene que ver con su historia y con el gran proyecto de que sea la única ruta que recorre todo el país de punta a punta, y que encima lo hace por sectores inhóspitos, como en el sur, donde se pega a la cordillera.
- Recorriendo kilómetros y más kilómetros, ¿se aprecian distintas realidades sociales y económicas de nuestro país?
- En el sur y el centro, la ruta pasa por muchas ciudades turísticas, donde no se ven tantos contrastes sociales. Quizás sí se note más en el norte, sobre todo en la Puna (desde San Antonio de los Cobres hasta La Quiaca), que es una zona históricamente postergada por su condición de extrema y aislada, pero sus habitantes compensan esas carencias con tradiciones fuertes y una gran cultura del esfuerzo.
- A lo largo del recorrido se aprecia la belleza, la soledad, la inmensidad. ¿Qué te ha impactado particularmente?
- En ese orden podría ser: la belleza, la soledad y la inmensidad. Y a eso le agregaría el hecho de que muchas poblaciones crecieron por estar al lado de la ruta y otras tantas se vieron relegadas cuando se cambió la traza y quedaron afuera del mapa. Me sorprende que una ruta determine tanto la vida de las personas.
- La última. ¿Qué consejo le darías al aventurero que quiere hacer la 40 completa?

- Le diría que calcule un mínimo de dos meses, porque la idea es que no sea una carrera sino una verdadera experiencia viajera. Creo que la manera más disfrutable de hacerlo es sin calendario, haciendo paréntesis de dos o tres días en las ciudades, aunque sé que es bastante ambicioso y no es fácil organizarse para lograrlo. No es fundamental, pero sí mejor hacerlo en una camioneta, sobre todo para los tramos de ripio. Y en las partes de altura, es imprescindible contar con el apoyo de un guía conocedor de esos caminos, llevar dos ruedas de auxilio, hojas de coca, mucho líquido, gorro y protector solar para evitar el apunamiento. Pero les diría también que no se vuelvan locos con hacerla toda entera. Muchos viajeros que me encontré en la ruta hicieron primero un tramo y otro al año siguiente. Y todos coincidían en el sentimiento de epopeya, de meta cumplida.

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